San Juan Pablo II, cuyo nombre de nacimiento fue Karol Józef Wojtyła, nació el 18 de mayo de
1920 en Wadowice, Polonia. Desde muy joven conoció el dolor y la pérdida: su madre murió
cuando él tenía nueve años, su hermano cuando tenía doce y su padre cuando tenía veintiún
años. Durante la ocupación nazi trabajó en una cantera y en una fábrica para evitar ser
deportado, y en secreto comenzó sus estudios sacerdotales en un seminario clandestino. Fue
ordenado sacerdote en 1946 y enviado a Roma, donde completó sus estudios en teología.
De regreso en Polonia, fue profesor de ética y filosofía, y acompañó a los jóvenes en un tiempo
difícil de persecución religiosa bajo el comunismo. En 1958 fue nombrado obispo auxiliar de
Cracovia y en 1964 arzobispo. Participó activamente en el Concilio Vaticano II, contribuyendo especialmente a la constitución pastoral Gaudium et Spes, que trataba sobre la Iglesia en el mundo contemporáneo. Siempre enseñó que la dignidad del ser humano se fundamenta en haber sido creado a imagen de Dios, y que el amor verdadero exige la entrega total de sí mismo.
El 16 de octubre de 1978 fue elegido Papa, convirtiéndose en el primer pontífice no italiano en más de cuatro siglos. Eligió el nombre de Juan Pablo II en honor a sus predecesores inmediatos
y comenzó un pontificado que se prolongó por casi veintisiete años. Su lema fue Totus Tuus,
“todo tuyo”, expresión de su total consagración a la Virgen María. Durante su pontificado viajó
por el mundo entero llevando el mensaje de Cristo a todos los pueblos, visitando 129 países y
encontrándose con millones de fieles. Promovió la nueva evangelización, exhortando a los
católicos a redescubrir la alegría de la fe y a dar testimonio en la sociedad moderna.
Escribió numerosas encíclicas, entre ellas Redemptor Hominis, sobre Cristo Redentor del
hombre, Evangelium Vitae, sobre el valor y la inviolabilidad de la vida humana, Veritatis
Splendor, sobre la verdad moral, y Fides et Ratio, sobre la relación entre fe y razón. Fue un firme
defensor de la vida desde la concepción hasta la muerte natural, y promovió con ardor la familia
y el matrimonio como vocación al amor y a la santidad. Fundó las Jornadas Mundiales de la
Juventud, en las que se reunió con millones de jóvenes para fortalecer su fe y su compromiso
con la Iglesia.
El 13 de mayo de 1981 sufrió un atentado en la Plaza de San Pedro y, tras sobrevivir, perdonó a
su agresor, atribuyendo su salvación a la intercesión de la Virgen de Fátima. En sus últimos
años padeció la enfermedad de Parkinson, que aceptó con serenidad y fe, mostrando al mundo
el valor redentor del sufrimiento unido a la cruz de Cristo. Murió el 2 de abril de 2005, víspera del
Domingo de la Divina Misericordia, fiesta que él mismo había instituido, dejando como últimas
palabras “Déjenme ir a la casa del Padre”.
Fue beatificado en 2011 por el papa Benedicto XVI y canonizado por el papa Francisco el 27 de
abril de 2014, junto con san Juan XXIII. San Juan Pablo II fue un testigo luminoso del amor de
Dios, un defensor incansable de la dignidad humana y un apóstol de la misericordia. Su vida
entera fue una invitación a abrir el corazón a Cristo sin miedo, como él mismo dijo en el inicio de su pontificado: “¡No tengan miedo! ¡Abran las puertas a Cristo!”.
