San Gabriel de la Dolorosa, nacido como Francisco Possenti el 1 de marzo de 1838 en
Asís, Italia, fue un joven religioso pasionista cuya vida breve pero intensa es un ejemplo de
santidad y entrega total a Dios.
Francisco era el undécimo de trece hijos en una familia acomodada. Su madre falleció
cuando él tenía solo cuatro años, lo que marcó profundamente su infancia. Creció en un
ambiente religioso, pero también disfrutaba de la vida social y las actividades juveniles,
destacándose por su simpatía, elegancia y gusto por el teatro y la música.
Sin embargo, tras sufrir varias enfermedades graves y la muerte de su hermana, comenzó a
reflexionar sobre el sentido de su vida. En 1856, durante una procesión en honor a la
Virgen, sintió un llamado especial a la vida religiosa. Convencido de que Dios lo llamaba,
dejó su vida mundana y entró en la Congregación de la Pasión, donde tomó el nombre de
Gabriel de la Dolorosa en honor a la Virgen María.
En el convento, Gabriel se destacó por su obediencia, humildad y amor a la Virgen
Dolorosa. A pesar de su juventud, vivió con gran fervor, dedicándose a la oración y la
penitencia. Su devoción mariana era tan profunda que se convirtió en el centro de su
espiritualidad.
A los 23 años, enfermó de tuberculosis, pero soportó el sufrimiento con paciencia y alegría,
ofreciendo todo por amor a Dios. Murió el 27 de febrero de 1862, dejando un testimonio de
santidad en la sencillez de la vida cotidiana.
Fue canonizado en 1920 por el Papa Benedicto XV y es considerado patrón de la juventud y
de los estudiantes. Su vida nos recuerda que la verdadera felicidad se encuentra en la
entrega total a Dios.