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Vidas que inspiran: Chiara Luce Badano

Chiara Badano, también conocida como Chiara Luce, nació el 29 de octubre de 1971 en Sassello, Italia. Desde una edad temprana, mostró ser una niña llena de energía, con un carácter alegre y una gran sensibilidad hacia los demás. Sus padres, que habían esperado once años para tener un hijo, la criaron en un ambiente de fe cristiana profunda.
Cuando Chiara tenía nueve años, conoció el movimiento de los Focolares, fundado por Chiara Lubich, que promueve la unidad y el amor cristiano en la vida cotidiana. Este encuentro fue decisivo en su vida, ya que Chiara Luce abrazó con entusiasmo el ideal de vivir el Evangelio de manera radical. Se destacaba por su solidaridad con los demás y por su capacidad de compartir tanto sus alegrías como sus dificultades con sus amigos.
Chiara era una adolescente común: le gustaba el deporte, especialmente el tenis, disfrutaba de la música y salía con sus amigos. Sin embargo, en 1988, a los 17 años, mientras jugaba al tenis, sintió un dolor intenso en el hombro. Tras varios estudios médicos, le diagnosticaron un tipo raro y agresivo de cáncer de hueso, conocido como osteosarcoma. Este diagnóstico transformó su vida, pero lejos de hundirse en el sufrimiento, decidió enfrentar la enfermedad con una increíble fe y confianza en Dios.
Uno de los datos más conmovedores de su vida es cómo Chiara aceptó su enfermedad con una serenidad impresionante. Su frase recurrente, al hablar de su dolor y situación, era: “Si tú lo quieres, Jesús, yo también lo quiero”. Esta aceptación de la voluntad de Dios se convirtió en una de las características que más impresionaron a quienes la conocieron. Chiara ofrecía su sufrimiento por los demás, sobre todo por los jóvenes y los más alejados de la fe.
Un dato curioso es que, a pesar del dolor intenso que sufría debido al cáncer, Chiara rechazó el uso de morfina. Decía que no quería “perder la lucidez” y prefería ofrecer cada momento de sufrimiento a Dios, como un acto de amor. A lo largo de su enfermedad, mantuvo una actitud de alegría y esperanza, animando a quienes la visitaban a no llorar por ella, sino a compartir su paz interior.
Chiara también fue muy consciente de la cercanía de la muerte. Incluso preparó los detalles de su funeral, pidiendo que fuera una verdadera “fiesta”, llena de flores blancas y música alegre. Quería que su funeral reflejara la alegría que ella sentía por estar cerca de encontrarse con Jesús. Su último mensaje a su madre fue: “Sé feliz, porque yo lo soy”.
Chiara falleció el 7 de octubre de 1990, a los 18 años, dejando un profundo testimonio de fe, entrega y amor a Dios. Tras su muerte, su fama de santidad se extendió rápidamente, especialmente entre los jóvenes. En 2010, fue beatificada por el Papa Benedicto XVI, y su vida es recordada como un modelo de cómo vivir el Evangelio de manera radical, incluso en medio del sufrimiento.
Chiara Luce es un ejemplo moderno de santidad juvenil, y su historia ha inspirado a miles de jóvenes en todo el mundo a seguir el camino de la fe y el amor, incluso en circunstancias difíciles.

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