Samaritanear
50891980-7fd0-4eb0-af9b-ff04d9c41962

Una comunidad que crece hacia/desde abajo  (Mt 18, 1-5)

Escritor: Marco Enrique Salas Laure

1. El discurso sobre la comunión (18, 1-19, 35)

Los exegetas no se ponen de acuerdo sobre el tema del discurso que se propone para esta reflexión. Generalmente algunos expertos y algunas biblistas hablan del «discurso de la comunidad», con el «orden de la comunidad» por tema. Otros, como el caso Trilling habla de un «reglamento de la casa de Dios». Por su parte, Gundry pone por título «fraternidad en la Iglesia». Finalmente, quien me parece que puede apuntar al sentido del discurso eclesiológico en cuestión es Ulrich Luz quien lo titulada: «discurso sobre la comunión». 

Más allá de estas posibles aproximaciones sobre la temática del discurso. Lo que queda en evidencia ante los ojos del lector del texto es que este discurso contiene varias instrucciones sobre la vida de la comunidad y la importancia de esta. Es probable que este discurso tenga como trasfondo los conflictos de convivencia que vivieron los miembros de la comunidad de Mateo en torno al año 80. Así, este discurso contiene algunas pautas para afrontar las dificultades intracomunitarias relativas a la fraternidad, a la reconciliación y a la aceptación; y exige preferir a los más pequeños, en quienes está presente Cristo mismo. 

2. La pregunta de los discípulos y la “no-respuesta” de Jesús

Los discípulos preguntan básicamente quién es el mayor en el reino de Dios: «¿Quién es, pues, el mayor en el Reino de los Cielos?». Por la forma en que está construido este interrogante podemos intuir que lo que está en cuestión es la idea de rango y dignidad por parte de aquellos que cuestionan. 

Una breve revisión del adjetivo griego que se usa en la expresión: «el más grande/el mayor», a saber, μείζων (meizōn) proviene de otra palabra griega «μέγας» que, en sus múltiples significados, puede referirse a: “predicado de rango, como perteneciente a personas, eminentes por habilidad, virtud, autoridad, poder”. Tal vez, tomando en cuenta este significado, es posible pensar que los discípulos de Jesús buscan saber quiénes son los “gobernadores” y “ministros” de este Reino. De hecho, se puede distinguir que esta sería la disputa, revisando el paralelo en Mc 9, 33-37. 

Lo interesante, más allá de lo que parece estar detrás de la pregunta, es que Jesús no la contesta de inmediato. Al contrario, hace algo sorprendente: llama a un niño y lo coloca en medio de los discípulos. Tras hacerlo, interpela a los suyos: «Les aseguro que si ustedes no vuelven (literalmente “si no dan la vuelta”) a ser como niños, de ningún modo entrarán en el Reino de los cielos». Sorprenden estas palabras de Jesús porque no responde la pregunta por los mejores puestos en el Reino. Al contrario, cambia el horizonte de la cuestión proponiendo que el mero «entrar en el reino de los cielos» presupone un cambio radical en la vida cotidiana. En este sentido, Jesús exige de sus discípulos un «giro» radical que en sus palabras consiste en «hacerse como niños». 

Lastimosamente, y esto hay que decirlo con franqueza, en la historia de la interpretación de este “hacerse” se han impuesto los ideales de los intérpretes. Incluso se le aplica un juicio moral: “hay que hacerse como buenos niños”. Sin embargo, el texto sugiere otro matiz. Algunos ejemplos de cómo la exégesis del Siglo XX interpretó este «hacerse como niño» los podemos ver en Klostermann para quien esta acción significa «no ser pretenciosos, como no lo son los niños». Por su parte, para Schniewin, el niño sabe de su pequeñez y la acepta. Finalmente, Schwiz cree que un niño está «abierto a aprender nuevas cosas» y «agradece la protección y amparo que los mayores y más fuertes pueden ofrecerle». 

3. Hacerse voluntariamente pequeño

El texto encuentra una profundidad importante en el verso 4: «Todo el que se haga pequeño como este niño será el más importante en el Reino de los cielos». El término griego que usa Mateo es tapeinōsei (ταπεινόω = pequeño) que quiere decir el de baja posición. Considerando esto, Jesús parece indicar que el Reino es de “el bajo”, es decir, del insignificante, carente de poder, débil e incluso de aquel o aquella que vive en malas condiciones (cf. Mt 21, 31). Los discípulos del Reino — siguiendo esta posible interpretación — que se parecen a los niños lo son en tanto que pequeños, insignificantes y débiles. En este sentido, no solo se trata de una actitud interna (la humildad, rara vez aplicada a esta palabra por los judíos de la época y del griego neotestamentario) sino también de un estado de baja posición. Ampliando un poco más, se puede considerar lo que sostiene el jesuita Juan Mateos: ««Se haga tan poca cosa», el verbo gr. tapeino, como el adjetivo tapeinos, no significan la humildad psicológica, sino la sociológica, la condición humilde». 

Habiendo dicho esto, el texto muestra que Jesús les propone a sus discípulos “hacerse”: ἑαυτὸν (heauton). Esta invitación consiste en hacerse voluntariamente en esta posición — mejor dicho — en esta baja posición. Esto implica que se invierten los criterios y en la práctica apunta hacia «otro orden» y nuevos criterios. Así, la «baja posición» ha de practicarse. Al respecto, Levoratti afirma: 

La exhortación a hacerse como niños no es una invitación a la puerilidad. Más que en la eventual calidad moral o en la inocencia del niño, el acento recae sobre su inferioridad física y social. En tiempos de Jesús, este era el punto de vista predominante: los niños representaban una categoría social tenida en menos, que poco podía aportar al mundo de los mayores. Por tanto, hacerse como niños es identificarse con quienes no son tenidos en cuenta ni pretenden arrogarse ningún derecho. […] Una vez más, el evangelio manifiesta la predilección de Dios por lo que no es valorado en este mundo, por las personas que no tienen un alto rango social.

Esta invitación a la «baja posición» se expresa en la medida en que: 

  1. Se «acoge» amistosamente de los niños (v. 5).
  2. Tenga amor fraterno a los «pequeños» (v. 10-14).
  3. Tenga una disposición ilimitada al perdón (v. 21s).
  4. Sobre todo, renuncie a los honores jerárquicos (23, 8-10).
  5. Sirva (20, 26-28; 23, l1).

Quien vive de esta manera tiene la promesa del reino de los cielos (Cf. Mt 25, 34-40). Dicho de otro modo, si estamos en el marco del discurso sobre la comunión, podemos afirmar que el que se hace «bajo» como un niño se hace, por tanto, capaz de comunión. 

En concreto: «Ser cristiano significa invertir los criterios mundanos: la grandeza a la que hay que aspirar no consiste en el poder, la influencia, el dinero, etc., sino en abrazar la baja posición, el desprecio, la pobreza, la humildad y el servicio. Hay que orientarse en una dirección diferente de la que rige entre los jefes de los paganos (20, 25) o entre los fariseos (23, 6s)». Por su parte, Juan Mateos declara: «En la comunidad cristiana, la grandeza se juzga por criterios opuestos a los de la sociedad. El que sirve, no el que manda, es el más grande. Toda ambición de preeminencia o de dominio queda excluida». Con estas dos consideraciones, se puede ampliar un poco más la aproximación para degustar este texto con las siguientes palabras de Crossan: 

Según la interpretación de Mt 18,1-4 eso de ser como un niño significa tener la humildad de una criatura; para el Evangelio de Tomás 22 significa practicar un estricto ascetismo sexual y para Jn 3,1-10 significa estar recién bautizado. Todas estas interpretaciones evitan enfrentarse con la cruda realidad y entender que un niño no es nada, que es un don nadie, una nulidad como persona en ese mundo mediterráneo dominado por la figura del padre, que posee un poder absoluto a la hora de reconocer o rechazar al recién nacido […] Lo que realmente procedía de Jesús, a saber: es que el Reino de unos niños, es el Reino de unos “don nadies”. 

4. A manera de conclusión

Como se precisó en el punto anterior, las concreciones de la «baja posición» que dan los otros textos del capítulo muestran que, para Mateo, están en primer plano la capacidad de comunión, el perdón y el amor. Estos tres componentes corresponden a los «grandes en el Reino de los Cielos» que no son otros sino aquellos y aquellas que ejercitan el «hacerse bajos» en la vida cotidiana. Tal vez valga la pena recuperar esta invitación de Jesús en medio de varias eclesiologías que insisten en considerar que algunos están por encima de otros y otras. Tal vez el único «organigrama» para las comunidades cristianas sea aquel que refleja esta circularidad de la comunión, perdón y amor. 

Como se ha intentado exponer aquí, el texto refiere a las exigencias de ser cristiano o las pautas para vivir en comunión. En este sentido, el seguidor y seguidora de Jesús, las comunidades, invierten los criterios mundanos que apuestan por el poder, la dominación y la jerarcología. Al aproximarnos a este texto, los lectores somos invitados a no poner en la imagen del niño nuestras propias comprensiones y conceptos, preponderando más la idea de la “humildad”, olvidando así el mensaje central y fundamental de Jesús en esta perícopa: «que la comunidad viva y encuentre su figura a partir de la «pequeñez». Los discípulos habían preguntado (v. 1) por el más grande en el reino de los cielos, pero Jesús les señala, como mostrará todo el capítulo, la conducta fraterna, desde la perspectiva de lo «bajo». Esa «baja posición» libremente elegida tiene luego la promesa del reino de los cielos».

Preguntas para cultivar la vida interior.

1. ¿Qué me gustaría preguntarle a Jesús en torno a su propuesta del Reino de Dios?

2. ¿Cómo ejercito en la vida cotidiana el “hacerse pequeño”? 

3. ¿Qué puede impedir que yo voluntariamente escoja el lugar del pequeño?

4. ¿Cómo puedo crecer personal y comunitariamente “hacia lo pequeño”?

5. ¿Es la Iglesia el espacio de los pequeños? ¿Cómo puedo ayudarle a crecer hacia abajo?

Compartir:

novedades

Scroll al inicio

Apoya esta misión de llevar la palabra de dios a todo el mundo. Cada donación nos ayuda a difundir el evangelio y proporcionar recursos espirituales para muchas personas.

¡Haz tu donación hoy y se parte de esta tarea de evangelización!
Datos bancarios:

Alias: MIRAR.AMAR.PERDONAR

CBU: 0110491630049105199801