Samaritanear
IMG_5558

Vidas que Inspiran: Santa Rita de Casia

Santa Rita nació en el año 1381 en Roccaporena, una aldea montañosa cerca de Casia, Italia.

Sus padres, Antonio y Amata Lotti, eran ya de edad avanzada y sin hijos, por lo que consideraron a su hija única como un don especial de Dios. Desde su nacimiento, la rodearon signos prodigiosos: uno de los más conocidos relata que, mientras dormía en un cesto en el campo, un enjambre de abejas blancas se posó sobre ella sin causarle daño, depositando miel en su boca. Este hecho fue interpretado como un presagio de la dulzura de espíritu que caracterizaría su vida.

Desde pequeña, Rita mostró un gran amor por Dios y un deseo de ingresar a la vida religiosa.

Sin embargo, obedeciendo a sus padres, aceptó casarse con Paolo Mancini, un hombre

impulsivo y violento, vinculado a rivalidades familiares y políticas. Rita soportó con heroica

paciencia dieciocho años de humillaciones y maltratos. Nunca respondió con odio; su arma fue

la oración, y su constancia logró finalmente la conversión de su esposo. Poco tiempo después,

Paolo fue asesinado a causa de antiguas enemistades.

Sus hijos, Jacobo y Paolo, juraron venganza. Rita, angustiada, suplicó a Dios que los salvara del

pecado mortal, incluso si eso significaba perderlos. Ambos enfermaron y murieron poco

después, reconciliados con Dios. Rita ofreció este dolor en unión a la Cruz de Cristo. Libre de

sus obligaciones, quiso ingresar al convento agustino de Santa María Magdalena en Casia, pero

fue rechazada por ser viuda. Perseveró en su petición, y según la tradición, fue milagrosamente

admitida tras ser conducida una noche al interior del convento por sus santos protectores: San

Agustín, San Juan Bautista y San Nicolás de Tolentino.

Durante cuarenta años en el claustro, llevó una vida de oración, ayuno, penitencia y obediencia.

En 1428, al meditar ante un crucifijo, pidió participar en la Pasión de Cristo. Recibió entonces una herida profunda en la frente, como si una espina de la corona de Cristo hubiera penetrado su piel. La llaga, dolorosa y maloliente, la obligó a vivir apartada de la comunidad por varios años. Sin embargo, Rita aceptó ese sufrimiento como una gracia, un privilegio por amor a su Redentor.

Hacia el final de su vida, gravemente enferma y postrada, pidió a una parienta que le trajera una

rosa de su jardín. Era pleno invierno. Milagrosamente, la rosa fue hallada florecida entre la nieve y llevada hasta ella. Por esto, la rosa se convirtió en su símbolo. Murió el 22 de mayo de 1457, a los 76 años. Su cuerpo permanece incorrupto y es venerado en la Basílica de Casia.

Fue canonizada en el año 1900 por el Papa León XIII. Hoy es conocida como “la santa de lo

imposible” y es patrona de las causas desesperadas, de las esposas maltratadas, de las madres que sufren, y de todos aquellos que viven situaciones humanas sin salida aparente.

Santa Rita es testimonio de que el amor de Dios puede transformar el dolor en gracia, y la

desesperación en esperanza. Su vida fue un camino de fidelidad silenciosa, perdón heroico y

unión profunda con Cristo Crucificado.

Compartir:

novedades

Scroll al inicio

Apoya esta misión de llevar la palabra de dios a todo el mundo. Cada donación nos ayuda a difundir el evangelio y proporcionar recursos espirituales para muchas personas.

¡Haz tu donación hoy y se parte de esta tarea de evangelización!
Datos bancarios:

Alias: MIRAR.AMAR.PERDONAR

CBU: 0110491630049105199801