Samaritanear
Comentario Introductorio
El evangelio de hoy nos presenta la imagen de Pedro y los apóstoles en la barca. Esta es una imagen bellísima de la Iglesia navegando en aguas tranquilas pero también, muchas veces , agitadas. La confianza es la actitud que se debería activar cuando las olas golpean o cuando la pesca no resulta cómo se esperaba. En estas situaciones, el Resucitado se hace presente, ahí en tu desesperación y preocupaciones, en tu desaliento y desesperanza. Él te anima a que vuelvas a intentarlo una vez más! Confía y prueba otra vez. Es el Señor el que te espera en la orilla para compartir los frutos de la fecundidad que acontece por confiar y esperar, por perseverar y ser dócil y obediente. ¿Cómo está tu confianza en el Resucitado? ¿Te/le das una nueva oportunidad?
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San Juan 21, 1-19

Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan    

    Jesús resucitado se apareció otra vez a los discípulos a orillas del mar de Tiberíades.

    Sucedió así: estaban juntos Simón Pedro, Tomás, llamado el Mellizo, Natanael, el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos.

    Simón Pedro les dijo: «Voy a pescar.» Ellos le respondieron: «Vamos también nosotros.»

    Salieron y subieron a la barca. Pero esa noche no pescaron nada.

    Al amanecer, Jesús estaba en la orilla, aunque los discípulos no sabían que era él. Jesús les dijo: «Muchachos, ¿tienen algo para comer?»

      Ellos respondieron: «No.»

    El les dijo: «Tiren la red a la derecha de la barca y encontrarán.» Ellos la tiraron y se llenó tanto de peces que no podían arrastrarla. El discípulo al que Jesús amaba dijo a Pedro: «¡Es el Señor!»

    Cuando Simón Pedro oyó que era el Señor, se ciñó la túnica, que era lo único que llevaba puesto, y se tiró al agua. Los otros discípulos fueron en la barca, arrastrando la red con los peces, porque estaban sólo a unos cien metros de la orilla.

    Al bajar a tierra vieron que había fuego preparado, un pescado sobre las brasas y pan. Jesús les dijo: «Traigan algunos de los pescados que acaban de sacar.»

    Simón Pedro subió a la barca y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: eran ciento cincuenta y tres y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió. Jesús les dijo: «Vengan a comer.»

    Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle: «¿Quién eres?», porque sabían que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan y se lo dio, e hizo lo mismo con el pescado.

    Esta fue la tercera vez que Jesús resucitado se apareció a sus discípulos.

Después de comer, Jesús dijo a Simón Pedro: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?»

    El le respondió: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero.»

    Jesús le dijo: «Apacienta mis corderos.»

    Le volvió a decir por segunda vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas?»

    El le respondió: «Sí, Señor, sabes que te quiero.»

      Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas.»

    Le preguntó por tercera vez: «Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?»

    Pedro se entristeció de que por tercera vez le preguntara si lo quería, y le dijo: «Señor, tú lo sabes todo; sabes que te quiero.»

    Jesús le dijo: «Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras joven tú mismo te vestías e ibas a donde querías. Pero cuando seas viejo, extenderás tus brazos, y otro te atará y te llevará a donde no quieras.»

    De esta manera, indicaba con qué muerte Pedro debía glorificar a Dios. Y después de hablar así, le dijo: «Sígueme.»

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