Santa María Antonia de Paz y Figueroa, más conocida como Mama Antula, nació en 1730
en Santiago del Estero, en el Virreinato del Río de la Plata. Desde joven, mostró una
profunda vocación religiosa y un espíritu indomable, decidido a servir a Dios a pesar de las
adversidades. Creció en una familia acomodada, pero eligió renunciar a una vida de
comodidades para entregarse completamente a la fe. Aunque no ingresó formalmente a una
orden religiosa, vistió hábitos sencillos y vivió como una laica consagrada, dedicándose a la
promoción de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio de Loyola, una práctica que en su
tiempo estaba fuertemente asociada con la Compañía de Jesús.
Cuando en 1767 los jesuitas fueron expulsados de los territorios españoles, la Iglesia en
América sufrió un duro golpe, ya que estos sacerdotes eran los principales evangelizadores
y educadores. Mama Antula, lejos de desanimarse, asumió la misión de continuar con su
legado, convencida de que los Ejercicios Espirituales debían seguir transformando vidas.
Con una fe inquebrantable y sin más riquezas que su amor por Cristo, emprendió un viaje a
pie por todo el Virreinato del Río de la Plata, recorriendo miles de kilómetros y organizando
encuentros espirituales en distintas localidades.
Durante sus viajes, sufrió incomprensión, rechazo y hasta persecución por parte de las
autoridades coloniales, que veían con recelo su labor. A pesar de esto, logró atraer a
multitudes de fieles que encontraban en su mensaje un camino de conversión. Su impacto
fue tan grande que incluso figuras influyentes de la época, como el virrey Juan José de
Vértiz, quien al principio la consideraba una simple beata sin autoridad, terminaron
apoyándola y reconociendo su obra.
En 1795, ya con una reputación de santidad extendida por todo el Virreinato, fundó en
Buenos Aires la Santa Casa de Ejercicios Espirituales, un lugar donde quienes buscaban un
retiro espiritual podían encontrar silencio, oración y dirección en su vida de fe. A pesar de
las limitaciones materiales y la precariedad, la casa se convirtió en un centro de
espiritualidad clave en la ciudad, al que acudían personas de todas las clases sociales,
desde esclavos hasta miembros de la élite porteña.
Mama Antula llevó una vida austera y dedicada por completo a la oración y la caridad. Se
dice que tenía una profunda vida mística y que obraba milagros, aunque su mayor prodigio
fue sin duda la transformación de tantas almas que, gracias a ella, encontraron un camino
hacia Dios. Murió el 7 de marzo de 1799, dejando un legado imborrable en la historia de la
Iglesia en Argentina. Por esta razón, su fiesta litúrgica se celebra cada 7 de marzo, día en
que la Iglesia recuerda su vida de fe, entrega y misión evangelizadora.
En reconocimiento a su obra y santidad, el Papa Francisco la canonizó en 2023,
convirtiéndola en la primera santa argentina oficialmente reconocida por la Iglesia. Su
ejemplo sigue inspirando a quienes desean llevar el mensaje de Cristo a todos los rincones
del mundo, especialmente a través de medios no convencionales.
Por su espíritu incansable, su valentía y su amor por la evangelización, Mama Antula es
patrona de este proyecto de evangelización digital. Como ella, buscamos anunciar el
Evangelio sin importar los obstáculos, confiando en que Dios actúa a través de quienes se
disponen a seguirlo con todo el corazón.